Tengo un particular cariño a este relato, que escribí dedicado a mi mejor amigo, que era también un ferviente admirador de Lovecraft. No voy a negar la influencia del genio de Providence ni que mi estilo dista mucho de estar a su altura, pero espero aún así que disfrutéis de este estremecedor viaje al Círculo Polar Ártico...
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